En crisis sanitaria: una educaciĆ³n al servicio de la vida
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Como nunca quizƔs en nuestra historia reciente, hoy vivimos tiempos de profunda incertidumbre. La pandemia mundial del Coronavirus ha impactado ostensiblemente en las vidas cotidianas de las chilenas y chilenos. Pasamos de estar ad portas de un proceso constituyente a cuestionarnos si en un mes mƔs nosotros y nuestros familiares estaremos bien de salud, tendremos trabajo, o si podremos abastecernos de alimentos, medicamentos e insumos esenciales.

La educaciĆ³n, lamentablemente, ha sido una fuente adicional de incertidumbre en este contexto. Por cierto, una incertidumbre que no es equitativa: tiende a concentrarse en las personas y comunidades, mientras que los grandes poderes econĆ³micos de la educaciĆ³n -beneficiados con la no suspensiĆ³n del pago del CAE, por ejemplo- encuentran mejores condiciones para enfrentar la crisis.

Estos dĆ­as pareciera que tener una educaciĆ³n efectiva, en contextos de crisis sanitaria, es intentar perder lo menos posible del calendario curricular. En la medida que las evaluaciones y las dinĆ”micas de la normalidad educativa venĆ­an ya cuestionadas por el agobio que generan, las personas demandan que las incertezas y exigencias educativas se detengan durante la crisis, o por menos que disminuyan. Esto genera un juego aparentemente sin soluciĆ³n entre Estado, instituciones educativas y sociedad. Sobre todo cuando las subvenciones y remuneraciones estĆ”n vinculadas a las evaluaciones, como es el caso de nuestro paĆ­s, y el Ćŗnico modo de alcanzar certeza econĆ³mica para profesores y comunidades educativas, es llevar adelante el calendario establecido.

Es paradĆ³jico que un paĆ­s vea a su educaciĆ³n como fuente de malestares en lugar de certezas. La inĆ©dita situaciĆ³n actual nos obliga a volver a pensar los objetivos de nuestra educaciĆ³n.Ā Hemos puesto quizĆ” demasiada atenciĆ³n en procesos instrumentales y de mediciĆ³n curricular, cuando en realidad, la educaciĆ³n tiene el deber de cultivar el vĆ­nculo socio-cultural, brindando a sus individuos un espacio en que se sientan seguros y puedan, de este modo, explorar sus potencialidades.

En el contexto de crisis, debiĆ©semos precisamente recordar el fin constructor de vida de la educaciĆ³n. En lugar de darnos agobio e incertidumbre, hoy la educaciĆ³n estĆ” llamada a producir certezas, a ponerse en defensa de la vida. No se trata sĆ³lo de suspender el SIMCE -prueba que ya era inaplicable de todos modos- para dar tranquilidad, es que en un aƱo como este el SIMCE carece de sentido porque no mide lo que la educaciĆ³n realmente puede hacer por el paĆ­s en tiempos de crisis. Lo urgente es la colaboraciĆ³n de todos los actores y autoridades en la defensa de la vida.Ā La educaciĆ³n debe ayudar a disminuir los contagios, a darnos mĆ”s certezas, a acompaƱarnos en la cuarentena, en definitiva; debemos hacer de la educaciĆ³n un espacio de tranquilidad y contenciĆ³n, proveedor de certidumbres en medio de la catĆ”strofe. Esto no es perder el aƱo ni traicionar los fines de la educaciĆ³n. Al contrario, es realizarlos.

En primer lugar, para que efectivamente la educaciĆ³n pueda ser una fuente de certezas hacia la sociedad, el Estado debe otorgarle tranquilidad y certezas a la propia educaciĆ³n. Es fundamental asegurar la estabilidad en las relaciones laborales a los trabajadores de educaciĆ³n, la regularidad en los recursos, fortalecer y perfeccionar la provisiĆ³n de alimentos, asĆ­ como aliviar en este contexto la carga de los estudiantes en el pago de aranceles o de los deudores educacionales para hacer frente a sus crĆ©ditos.

Pero hay que ir mĆ”s allĆ”. Es imprescindible abrir las escuelas y ponerlas al servicio de las necesidades de la contingencia con responsabilidad pĆŗblica, volviĆ©ndolas centros de apoyo sanitario, fortaleciendo su rol de distribuciĆ³n de alimentaciĆ³n, hacerlas centros de acopio o espacios de reuniĆ³n cuando las circunstancias lo permitan. En el caso de las instituciones de educaciĆ³n superior, poner a sus cuerpos acadĆ©micos y estudiantiles al servicio de la sociedad (apoyo psicolĆ³gico, asistencia jurĆ­dica, y un largo etcĆ©tera), por sĆ³lo nombrar algunos ejemplos.

Si no se piensa en el fin socio-cultural de la educaciĆ³n y su misiĆ³n de proveer certezas a la sociedad en lugar de incertidumbre, las autoridades seguirĆ”n presas de un dilema sin soluciĆ³n: calendarizar y recalendarizar fechas irreales de retorno al itinerario habitual, como han fijado el 27 de abril para la enseƱanza escolar. En lugar de dar seguridades, esto contribuye a la incertidumbre considerando que existe un consenso transversal en la comunidad mĆ©dica -y que el propio Ministerio de Salud comparte- en proyectar el ā€œpeakā€ de contagios desde finales de abril y durante todo el mes de mayo.

En el intertanto, en muchos hogares se vive la misma sobrecarga de una educaciĆ³n presencial concebida por y para el SIMCE y la mentada ā€œcalidadā€, pero ahora en lĆ­nea. Los encomiables esfuerzos de las y los profesores se ven limitados por la distancia y por la camisa de fuerza del currĆ­culum y los objetivos de aprendizaje. AsĆ­, se agudiza aĆŗn mĆ”s el absurdo de ver niƱas y niƱos entre 6-10 aƱos estresados y sin tiempo, ahora en el encierro en sus casas.

Por supuesto, no se trata de culpar a los medios. El problema es que, sin atender a los fines culturales y sociales de la educaciĆ³n, los medios digitales se tornan fuente de agobio en lugar de apoyo y seguridad.Ā A lo anterior se suman las profundas brechas de conectividad digital que en pleno Siglo XXI aĆŗn persisten en nuestra sociedad, a menudo invisibles desde los cĆ­rculos en que se diseƱan las polĆ­ticas. Este aspecto nunca ha sido tomado en serio ni asumido como prioridad pĆŗblica en nuestro paĆ­s.

La urgencia para todos los actores es la defensa de la vida. No es tiempo de sectarismos ni de corporativismos. En este 2020, la educaciĆ³n debe prepararse a realizar una misiĆ³n de protecciĆ³n de la vida y de las certezas de los ciudadanos, con todo lo que ello implique. Esa es la misiĆ³n pĆŗblica que nos podemos exigir, pero para la cual el Estado debe actuar ahora. De lo contrario, junto con agudizar aĆŗn mĆ”s la crisis de nuestro sistema educacional, nuestra educaciĆ³n contribuirĆ” a la crisis humanitaria ya desatada a escala mundial.

Fernando Carvallo y JosƩ Miguel Sanhueza
FundaciĆ³n Nodo XXI.

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Autor(es)

La FundaciĆ³n NodoXXI es una organizaciĆ³n sin fines de lucro cuyo Ć”nimo es contribuir con elaboraciĆ³n de pensamiento y herramientas prĆ”cticas a revertir la crisis de incidencia de las mayorĆ­as en la definiciĆ³n de los destinos de nuestro paĆ­s.

El trabajo de Nodo XXI se estructura en torno a la promociĆ³n de diĆ”logos, debates y acciĆ³n, la formaciĆ³n de dirigentes y la elaboraciĆ³n de estudios, propuestas y opiniĆ³n. Esto, con la perspectiva de pensar un proyecto alternativo al neoliberalismo que permita hacer de Chile un paĆ­s inclusivo, justo y democrĆ”tico.