El documento está construido sobre la base de cuatro ejes principales; una democracia paritaria, plurinacionalidad, participación directa y vinculante de los sectores sociales organizados y una desconcentración y democratización institucional.

Nuestras opiniones
No somos, ni seremos nunca parte de ese discurso antipartido que despolitiza al pueblo. Las organizaciones políticas son necesarias. Pero hoy les toca la autocrítica, y deben abrirse en mayor medida a la sociedad. En esa línea quisiéramos contribuir.
Resultará clave en el debate constitucional asegurar la transparencia de la institucionalidad estatal que orienta la economía, así como también incluir la representación, en las decisiones que ella adopta, de la más amplia muestra de intereses que allí coexisten. Eso es democratizar.
Sociólogo oriundo de La Florida (Distrito 12), de 37 años, tiene una importante trayectoria en la lucha por desmercantilizar la educación como dirigente estudiantil secundario y universitario. Fue vocero de Educación del Frente Amplio y actualmente es investigador en educación de la Universidad de Chile.
En Chile, bajo un Estado subsidiario, lo sabemos de sobra: nadie tiene un derecho asegurado sino que debe ser objeto de atención estatal focalizada. Debe “merecer” su derecho, si cabe el término, sea por ser lo suficientemente pobre o lo suficientemente meritorio. Una vez “merecido” el derecho, se obtiene un bono para asistir a alguno de estos servicios.
El derecho a los cuidados será central para el reconocimiento y garantía de los derechos de niños, niñas y niñes, de adolescentes y de las personas mayores y dependientes.
Asociar paz con inmovilismo social es propio del ciclo transicional, de una práctica política que solo fue posible dejando fuera de las decisiones a la mayoría de la sociedad y que se incomoda cada vez que la sociedad es activa y expresiva, que cuestiona los pactos de impunidad y se organiza solidariamente en ausencia del Estado.
El problema que tenemos es mucho más grande y reclama el concurso amplio y variado de manos y mentes. La sociedad ha cambiado, es un paisaje nuevo de clases y grupos sociales, que no se reduce al manido ideologismo de unas nuevas clases medias y, es también una geografía cultural nueva. Sebastián Edwards no lo entiende, absorto en retratos de cosmopolitismo
Se debe asumir de manera sustantiva los desafíos del proceso constituyente. Éste no se limita al reemplazo de una ley constitucional por otra, sino que requiere la configuración de una nueva Constitución en sentido material. De un nuevo orden político concreto, que deje atrás los “30 años” de continuidad con el proyecto dictatorial contra los que se alzó la sociedad.
Toda la fuerza social que se ha movilizado (en la revuelta de octubre, por el 10%, por la violencia de género, por el Wallmapu) claramente encarna una democracia activa que entra en tensión con la de la ensoñación. Por tanto, estamos en la escritura de una obra totalmente diferente. Hay que abrir el telón, hay nuevas actuaciones…
Al final, Lagos construyó mucho Estado, pero no fue un gran estadista. Su generación no estaba llena de expertos. Nunca controló la situación, al revés, fue controlada por el rentismo empresarial que, desatado y agotado a la vez, sólo podía crecer con el gesto del vampiro: robar más valor ajeno en lugar de crearlo. Tampoco pudo mejorar nuestra salud. Ni mejorar el transporte. Y la educación, para qué seguir. En suma, se alimentó a un empresariado agotado, sin idea de cómo saltar al desarrollo.