A cuatro años de la revuelta social, más allá de las simplificaciones, conversar sobre las causas y mirar sus impactos sociales y políticos es un ejercicio que permite situar, sin atajos, las tareas del presente. Es así que nos preguntamos por la vigencia de las...
En el contexto del programa que busca poner de relieve la “Crisis de los Cuidados”, desarrollado por la Fundación Nodo XXI, y apoyado por la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung en Chile, conversamos con Cristina Carrasco, doctora en Economía de la Universidad de Barcelona.
El diálogo apuntó a la Economía Feminista, el rol de los cuidados en esa línea, y la situación en torno a la crisis sanitaria, provocada por el Covid-19. En el conversatorio participaron Camila Vega de la Cooperativa Desbordada, Javiera Arce de la Red de politólogas y Daniel López, directora de Fundación Nodo XXI, como moderadora de la jornada.
Cristina Carrasco, quien actualmente vive en Chiloé, comenzó su oratoria, preguntándose ¿de qué hablamos cuando hablamos de cuidados? Así fue como realizó una mirada histórica de la procedencia del término, que comenzó a usarse en Estados Unidos e Inglaterra, bajo el concepto “Care”, básicamente ligado a los cuidados profesionales, tema tratado por la sociología. A partir de ahí, nace el nombre bajo una traducción directa de cuidados.
El concepto “nos hace vigilar algunas cosas que son peligros”, advierte Carrasco. La palabra cuidados, “se puede volver en una cosa vaga o etérea, tenemos que ir siempre profundizando y debatiendo. Otro peligro es que se convierta en una mística del cuidado y eso es muy patriarcal y de los patriarcados religiosos. Esto que las mujeres éramos las reinas del hogar, que todo lo hacíamos por amor, cómo cuidábamos al marido, a los hijos, éramos un encanto. Y esto lo fuimos interiorizando, que todo lo hacemos por amor. Uno pregunta cuánto cobrarías por este trabajo, y responden yo por cuidar a mi marido y a mis hijos no voy a cobrar. Es decir que cuando está el afecto entre medio no lo podemos llamar trabajo”, ejemplificó la economista. Asimismo, agregó que hay un tercer riesgo, “que es reducirlo a tareas muy concretas. Es muchísimo más amplio y profundo que cuidar a los niños, o ancianos”.
La experta en economía feminista explicó que, “para captar realmente la magnitud de lo que significan los cuidados debemos entender cómo funcionan nuestros sistemas socioeconómicos y políticos”.
Así explicó que “sabemos que tenemos una sociedad que es patriarcal, que es capitalista, neocolonialista o colonialista directamente; que no es respetuosa con la naturaleza, que en lo político es neoliberal. Que además, está sostenida por una economía denominada neoclásica, que es absolutamente dominante en todas las facultades de economía de occidente, a lo mejor Cuba no, pero básicamente en todo el resto de los países, y además, es dominante en todas la elaboración de las políticas económicas. Entonces este es el marco, no hay otro”.
La economía oficial, esta que se sostiene sobre la economía neoclásica, se sitúa dentro de unas fronteras muy concretas y muy limitadas, sus límites son el mercado, es decir todo lo que se mueve con plata; consumo, producción, distribución; todos los procesos que se mueven con dinero. Esto es lo que la economía tiene como objetivo de estudio. “Todo lo que está fuera de esos límites para la economía no es objeto de estudios. Y ahí quedan fuera todos los trabajos que no se intercambian por dinero”, enfatizó Cristina Carrasco.
Entonces, al tener estas fronteras, lo único que interesa como indicador máximo, “el indicador estrella de la economía dominante es el producto interno bruto, que solo cuenta naturalmente por su definición, lo que se está dando en el mercado, no cuenta nada más, ninguna otra producción que haya alrededor. Esto ha sido muy discutido por la economía ecológica y la economía feminista” añadió la experta.
Hubo un economista, en los años 30, que estudiando las contabilidades nacionales, decía es ridículo, aquí hay una paradoja porque si un cocinero en un restaurante hace un plato de comida, eso se cuenta en el PIB, pero si una mujer en casa hace el mismo plato de comida, eso no se cuenta en el PIB y en el fondo el país ha producido un plato de comida, comentó Carrasco.
Así ejemplificó con la idea de un antiguo economista. “Si lo vamos a contar así, lo más fácil es que todos los solteros, que viven solos, se casen con su empleada doméstica. Ella hace el trabajo de casa y él le paga un salario, eso entra en el PIB. Si se casa con ella, hará el mismo trabajo, pero ya no habrá salario de por medio, y por tanto habrá caído la renta nacional”.
Esto marca porque es lo que la gente considera economía. Y el objetivo es el crecimiento económico, es decir que este PIB crezca, profundizó. Entonces, “el objetivo de esta economía es aumentar la acumulación de capital para unos pocos. Las personas no son ningún objetivo, no son el tema de la economía, las personas somos una externalidad, un efecto adyacente”, ahondó Carrasco.
En un segundo tema, la economía tiene un personaje que lo llama homo económico, que es el hombre público, el hombre político. Este es la base del individualismo metodológico. Es decir, somos individuos donde cada uno es dueño de su vida, entonces este homo económico es un personaje, absolutamente racional, que no tiene relaciones familiares, que no tiene otras relaciones más que las de mercado y siempre está tomando decisiones con la información que tiene. Este hombre nunca fue niño, nunca se hace viejo, ni nunca está enfermo. Es un señor aparentemente joven siempre, listo para trabajar en el mercado. Este hombre nunca ha realizado cuidados, no requiere cuidados, pero el tampoco realiza cuidados. Por tanto, es un personaje que realmente no representa por supuesto a ninguna mujer y casi a ningún hombre, pero es el modelo masculino que muchos hombres siguen, es el modelo que transmiten, es el modelo patriarcal.
La profesora planteó que lo que llamamos cuidados es algo inherente a la vida, es una parte fundamental de la reproducción social, que pasa desapercibida porque está naturalizada, es algo que ya hacen las mujeres, por tanto nadie tiene que preocuparse, es algo que se resuelve en el hogar como si fuera natural.
Adam Smith, economista clásico, dijo que en la económica existe una mano invisible, y esta mano invisible lo regula todo. “Nosotras decimos que hay otra mano invisible mucho más poderosa, un sexo invisible, porque hacemos que el mundo funciones y cada día hay millones y millones de mujeres trabajando, millones de horas para que la reproducción se pueda dar y el mundo siga funcionando.
En definitiva “los cuidados son un derecho, debe ser uno de los derechos más básicos”. Tenemos que tener claro que cuando nace una criatura es una posibilidad de vida, pero no es una certeza, si no se cuida, si no le damos lo que necesita, no se convierte en una certeza de vida, no va a llegar a ser adulta, por tanto ahí está la clave de los cuidados.
Desde la economía feminista planteamos el tránsito a una sociedad que se plantee la vida de las personas, es un tema que requiere todavía muchísimo debate. Es multidimensional, por ejemplo si hablamos de vivienda, qué significan los cuidados. Es decir, cada vez que pensemos algo, está atravesado por los cuidados.
Cuando hablamos de crisis hablamos de alguna situación que estaba en proceso pero que tenía una situación no fija, no clara, un poco inestable y que de repente esta evolución inestable empieza a fallar. Entonces falla la estructura que debía sostener y estalla la crisis. Estas crisis crean incertidumbre porque pueden ser reversibles o se pueden seguir profundizando y la salida a la crisis nunca se sabe cuál es.
¿Cuándo comenzamos a hablar de crisis de los cuidados? No hace tantos años. Las mujeres siempre nos habíamos hecho cargo de los cuidados. Y era el modelo que funcionaba perfectamente, pero el acceso a los estudios, la menor natalidad, y el ingreso al mundo laboral de manera masiva generó la crisis actual.
Frente a esto la pregunta era y ¿cómo reacciona la sociedad y el sector masculino? Y no reaccionan y la sociedad sigue estando organizada exactamente igual. Sociedades que no son capaces de cuidar, que no han dedicado, ni recursos, ni tiempo para poder cuidar a su población, planteó la economista.
Cristina Carrasco se pregunta ¿Qué ha hecho la pandemia? Y responde, “aumentar los trabajos de cuidados en casa, las mujeres haciendo teletrabajo, dándose de baja en los empleos ante la multiplicidad de labores que cumplir. Entonces el efecto de la pandemia contra las mujeres es brutal”.
Y continúa, ¿qué le pediría a este estado? “Tenemos que tener claro que si tenemos la posibilidad de debatir temas que tendrían que ir en una Constitución nueva, los cuidados deberán estar en el marco constitucional. Y todo tiene que estar dentro de este marco, tendría que ser una guía, un faro, hacia dónde va todo el resto. No es un tema de mujeres, es un tema de la sociedad y por tanto el cuidado tiene que ir en el preámbulo de cualquier Constitución, como Bolivia y Ecuador lo han puesto”. Por eso los debates de las asambleas son tan importantes, nadie sabe más que la “Cuidadanía”.
Finalmente, Cristina Carrasco planteó que respecto de la pandemia, “no sabemos cómo va a terminar. Eso solo significa más trabajo, más organización y más lucha”.
Crisis de los Cuidados con Cristina Carrasco
Diálogo con la economista feminista Cristina Carrasco en torno a la Crisis de los Cuidados. Intervienen además: Daniela López (Nodo XXI), Camila Vega (Cooperativa Desbordada) y Javiera Arce (Red de politólogas).Ciclo organizado por la Fundación NODOXXI y la Fundación Friedrich Ebert.
Posted by Fundación Nodo XXI on Thursday, June 25, 2020
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La Fundación NodoXXI es una organización sin fines de lucro cuyo ánimo es contribuir con elaboración de pensamiento y herramientas prácticas a revertir la crisis de incidencia de las mayorías en la definición de los destinos de nuestro país.
El trabajo de Nodo XXI se estructura en torno a la promoción de diálogos, debates y acción, la formación de dirigentes y la elaboración de estudios, propuestas y opinión. Esto, con la perspectiva de pensar un proyecto alternativo al neoliberalismo que permita hacer de Chile un país inclusivo, justo y democrático.